SEGUNDA TRAMPA
Nos comemos la naturaleza
Creemos equivocadamente que la naturaleza es una «cosa» que los seres humanos podemos usar y controlar y que estamos por fuera de ella; nos consideramos diferentes a lo que llamamos natural sin darnos cuenta que nosotros también somos naturaleza y que con nuestro actual modo de alimentación terminamos dañándonos. Hoy sabemos que no es posible continuar utilizando, y menos aún contaminando, las inmensas cantidades de agua que demandan la agricultura y las labores pecuarias a escala industrial; que no debemos seguir deforestando y degradando el suelo; que debemos tomar medidas para evitar la extinción de los animales marinos y de las especies terrestres que hacen parte de nuestra dieta. Debemos entender que somos un ecosistema, una comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí.
Los problemas ambientales relacionados con la alimentación que actualmente enfrentamos tienen sus orígenes en un fenómeno que se llamó la «revolución verde», instaurada desde 1930 y financiada por los gobiernos y las empresas de biotecnología de Estados Unidos, que transformó radicalmente la agricultura en todo el mundo. Con dicha revolución empezamos a usar las semillas híbridas de cereales como el maíz y el arroz, así como herbicidas, pesticidas y fertilizantes químicos, lo que inicialmente aumentó los rendimientos de los cultivos pero enseguida provocó la expulsión de inmensas cantidades de campesinos que no pudieron comprar tales insumos agrícolas, originando el nacimiento de miles de barrios pobres en muchas ciudades alrededor del mundo. En la actualidad este modelo está en crisis porque, aún para aquellos agricultores que inicialmente tenían los recursos, los rendimientos de su inversión son cada vez menores; los insumos elaborados por las compañías productoras de agroquímicos y de biotecnología, como las semillas transgénicas, son cada vez más costosos, haciendo de la agricultura un negocio inviable para muchos, pero muy rentable para las compañías productoras de esos insumos, como Monsanto, Basf y Dupont. Además los costos sociales y ambientales son cada vez mayores: calentamiento global, refugiados climáticos, inundaciones y contaminación en nuestros alimentos naturales causante de enfermedades fatales. La trampa es que con esto no le estamos haciendo daño a una cosa que está por fuera de nosotros, a eso que llamamos naturaleza, sino que nos hacemos daño a nosotros mismos.
…los insumos elaborados por las compañías productoras de agroquímicos y de biotecnología, como las semillas transgénicas, son cada vez más costosos, haciendo de la agricultura un negocio inviable para muchos, pero muy rentable para las compañías productoras de esos insumos…
Jason Moore plantea que la crisis ambiental actual hace parte de la crisis del sistema capitalista, y que no se resolverá de la misma manera como se pudieron resolver las crisis anteriores porque la naturaleza no tiene ya la capacidad de continuar ofreciendo los cinco dones por los que nunca hemos pagado, los que permitieron el surgimiento del capitalismo en el siglo XVI y la superación de todas sus crisis hasta el momento: el agua, la energía, los alimentos, la mano de obra y las materias primas.
Por otra parte, la microbiota, un campo de estudio reciente en las ciencias básicas biológicas, puede ayudarnos a explicar por qué pensar la naturaleza como algo diferente a nosotros es una trampa de altos costos. La microbiota es el conjunto de bacterias, virus y hongos que habitan en nuestro cuerpo desde las últimas semanas de gestación y está presente en casi todos nuestros órganos, aunque en mayores cantidades en el intestino grueso. Sus funciones son múltiples, destacándose que participa en la generación de mecanismos de defensa, en el mantenimiento de funciones cognitivas y en el equilibrio de las emociones; “el intestino es nuestro segundo cerebro” explican algunos. Los estudios también han demostrado que la evolución humana requirió de la evolución de la microbiota, por tanto ella nos confirma que somos naturaleza, que vivimos en ecosistemas, que nuestro cuerpo está integrado por ecosistemas complejos y frágiles que requieren equilibrio interno y se desarrollan en comunicación con el entorno.