PRIMERA TRAMPA
La alimentación hedonista
En la actualidad caemos en la trampa de comer no solo para saciar el hambre sino que esperamos que los alimentos nos satisfagan expectativas a variadas emociones, por ejemplo que nos quiten la tristeza, nos brinden compañía en la soledad y que nos llenen de euforia si es posible. Por eso en la mayor parte de hogares tenemos unos «sustitutos de la felicidad», elaborados y empacados por la industria de alimentos, que son baratos, con alto contenido de azúcar, sal y grasa, adictivos, al alcance de la mano, y los consumimos e integramos a la vida, especialmente cuando estamos más estresados, creyendo que nos ayudarán a lidiar con las frustraciones, el miedo y la ansiedad derivados de nuestra condición humana.
Esta manera equivocada de relacionarnos con la comida, como casi todos los problemas sociales contemporáneos, afecta principalmente a las personas más pobres y particularmente a las mujeres; la alimentación hedonista está vinculada con el origen de graves problemas de salud mental y física como obesidad, ansiedad y cáncer. Es por esto que hay que estar atentos para no ser presas de estas seductoras propuestas del mercado, que buscan mantenernos atrapados en las adicciones alimentarias.
…para ello se han valido de múltiples estrategias: ocultar los contenidos reales de sus productos, obstaculizar investigaciones sobre los efectos nocivos para la salud ocasionados por su consumo, atiborrar de propaganda, presionar a los gobiernos para que los eximan de impuestos, influenciar investigadores, académicos y políticos…
La industria de alimentos no creó estos problemas, pero se ha beneficiado de su existencia. Las empresas multinacionales fabricantes de los productos más adictivos —como Corn flakes, gaseosas, salsas de tomate, galletas, helados y yogures industriales— han logrado que en algunos países constituyan más del 50 % de las calorías consumidas cada día por su población; para ello se han valido de múltiples estrategias: ocultar los contenidos reales de sus productos, obstaculizar investigaciones sobre los efectos nocivos para la salud ocasionados por su consumo, atiborrar de propaganda, presionar a los gobiernos para que los eximan de impuestos, influenciar investigadores, académicos y políticos, y hacer presencia en los comités de los ministerios de salud encargados de orientar las políticas alimentarias de los países. Con estas estrategias, que son de difícil control, han conseguido sus metas, sus enormes ganancias.
La ciencia de la nutrición responde a estos problemas actuando sobre las consecuencias, recomendando, por ejemplo, a quienes tienen exceso de peso restringir el consumo de calorías disminuyendo la ingesta de alimentos ricos en azúcares y grasas. Lograrlo es difícil para quienes están entrampados en la alimentación hedonista, y el problema se agrava haciéndoles sentir a las víctimas que son culpables por su falta de autocontrol.
Aprendamos juntos cómo nació y se desarrolló esta trampa, observemos con qué la construyeron, cuál es su engranaje, cómo funciona, cómo nos enferma y juntemos ideas para desarticularla, para liberarnos de ella.